viernes, 18 de enero de 2008

TEXTOS SOBRE ÉL Y SUS OBRAS

Una publicación de NTC … , ntcgra@gmail.com
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Tomás Carrasquilla
Por María Clara Ospina Hernández
EL COLOMBIANO, Febrero 23, 2008
http://www.elcolombiano.com.co/BancoConocimiento/T/tomas_carrasquilla/tomas_carrasquilla.asp?CodSeccion=6
Agradecemos a Bernardo González White, de Medelín, begow ( begow@une.net.co ), el envío

En mi reciente estadía en Medellín asistí a una de las muchas tertulias que por estos días se llevan a cabo con motivo de la conmemoración de los 150 años del nacimiento de Tomás Carrasquilla. Confieso que desde mi niñez no leía a Carrasquilla y que en esa época lo encontré difícil. No es Carrasquilla un escritor fácil, creo que nunca pretendió serlo. Hoy, al revisitar su rica prosa, estando en su amada tierra antioqueña, la encontré fascinante.

Tomas Carrasquilla nació en 1858 en el municipio de Santo Domingo de Guzmán, enclavado en las montañas de la Cordillera Occidental y vecino de los ríos Nare y Nus. El pueblo fue descrito por él como el pueblo de las tres "Efes", frío, feo y faldudo. Allí pasó su niñez y gran parte de su vida. Y es allí donde hoy se encuentra su biblioteca, más de 1.000 tomos, casi todos leídos por él. Carrasquilla, quien en su corta autobiografía confesó haber sido un pésimo y perezoso estudiante fue, sin embargo, un ávido lector quien aseguró; "vivo para leer y leo para vivir".

No es Carrasquilla el raso escritor costumbrista que algunos han pretendido. Sus cuentos y novelas tienen una exquisita y sofisticada sintaxis. Su obra nos sorprende y muchas veces nos desconcierta. Algunas veces tiene un estilo cercano al de Juan Rulfo y otras semejante al realismo mágico de García Márquez. No es raro tener que leer algunos de sus pasajes repetidamente para entenderlo, como me sucedió en Salve Regina, considerado por él como su mejor cuento. No hay nada sencillo en Carrasquilla aunque sus personajes preferidos son niños o gentes del campo.

Lo bello de su obra está en el lenguaje que utiliza. En una sola página de uno de sus cuentos, A la Diestra de Dios Padre, nos encontramos con voces como pulcetilla, yesquero, bombina, cantió, napangas, liendras, jullerias, es por eso que para leerlo se hace indispensable tener uno o varios diccionarios a mano para encontrar y disfrutar plenamente del significado de las palabras, modismos y giros con que salpica su escritura, búsqueda infructuosa en muchos casos. La utilización de las voces de la época, e inclusive de palabras del español antiguo, o vocablo de la raza negra, o de los campesinos y mineros lugareños, hace que su obra sea en extremo colorida. Carrasquilla fue más allá del costumbrismo. Describe no sólo las costumbres sino también el alma de su pueblo, sus amores y sus miedos, sus envidias y sus bondades, el poder de sus creencias, a veces arcaicas y llenas de prejuicios. Al leerlo se forma parte de su mundo.

El mejor homenaje que podemos hacer a este gran escritor colombiano es redescubrir y promover su obra.
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De su fluidez de palabra y rapidez mental quedan varias anécdotas que cobran actualidad cuando se está celebrando su sesquicentenario, lo que equivale a decir la centena y media de su nacimiento.

Adel López Gómez en su libro “Ellos eran así “, publicado por la imprenta departamental de Caldas en 1966, trae varias anécdotas muy simpáticas que retratan la personalidad francota de Carrasquilla.

Cuenta López que hacia 1923 surgió entre los escritores de la Bella Villa una verdadera fiebre por el teatro y que a “ tal punto llegó el interés por el tema que el maestro Carrasquilla, a quien todo el mundo consideraba muy al margen de tan fervorosos entusiasmos, cayó también, por primera vez en su vida, en la tentación de “ benabentear un poquito”, ( benabentear por Jacinto Benavente, premio Nóbel en 1922, autor de numerosos dramas y comedias muy de moda en esa época), según su propia y gráfica expresión. Claro que lo hizo muy discretamente y solo unos pocos de sus amigos llegaron a enterarse de que el viejo se dedicaba en mucha reserva a la confección de comedia. Pero cuando la cosa se supo- que al fin tenía que saberse-una gran expectativa comenzó a hacerse, al margen del supuesto intensísimo trabajo del veterano y malicioso novelista. Mas como tal obra no llegara a aparecer, ni nadie conociera un solo renglón de ella, alguno de los contertulios de La Bastilla se decidió a interrogar al autor de La Marquesa de Yolombó:

-¿Qué hubo al fin de tu comedia, maestro?
Don Tomás miró fijamente al interlocutor con sus ojillos penetrantes y burlones, sonrió con una sonrisa en la que no se veían los dientes y dijo:

-Pues eso del teatro es cosa fregada. A mi francamente el asunto me salió mal. Figúrate que pensé muy bien mi asunto y me puse a trabajar en él. Eran cinco personajes, muy buenos, muy avispados, muy paisas y tal. Empecé a escribir. Hice como diez o doce escenas… y cuando iba terminando el primer acto, me dejé de carajadas porque vi que eso no servía.

-¿Pero qué fue lo que pasó, Tomás?
-¿Qué? Pues que los cinco personajes de la comedia eran igualitos a mí. Mejor dicho, me resultaron cinco Tomases Carrasquillas”

Por su parte, el finado doctor Jaime Sierra García en su ameno libro “Anecdotario Antioqueño”, publicado por Señal Editora, trae, entre otros, estos apuntes del maestro de Santo Domingo, que copio textualmente:

Un día un muchacho le dijo:
-Maestro, yo no creo en Dios.
-Él menos cree en vos, repuso de inmediato Carrasquilla.

Con relación a Fernando González, el filósofo de Envigado, autor del libro “Mi Simón Bolívar” comentaba Carrasquilla: “Yo no sé que quería decir Fernando con eso de que Bolívar era “un personaje cósmico”. Que yo sepa, solo nos emancipó a los mortales de cinco pueblos americanos, porque a los de otros planetas no les tocó nada.

Una vez se encontraron Guillermo Valencia y el maestro Carrasquilla, quien posteriormente se referiría a este episodio en la siguiente forma: “El incensario iba y venía… pero más venía que iba”.

A don Tomás un periodista le hizo la siguiente interpelación:

-¿Es verdad, maestro, que usted le preguntó al gobernador si era de oro la Cruz de Boyacá que le había entregado por delegación del Presidente?

-No solo eso, contestó Carrasquilla. También le pregunté si esa cruz cantaría.
-¿Qué quiere decir eso?

-Como usted no es antioqueño no conoce los términos nuestros. En Antioquia cuando se dice de un objeto de valor que “canta”, es decir que se puede “empeñar”.

“Empeñar”, como todos sabemos, es depositar a cambio de un dinero en un montepío o prendería.

Alguna vez se atrevió a preguntarle Gilberto Alzate Avendaño -“el mariscal”- en el Café La Bastilla:
-Don Tomás, ¿a usted por qué le dice maestro?

-Será porque pego muy bien adobe, respondió socarronamente Carrasquilla al gran político caldense.

En otra ocasión un nefelibata medellinense aspirante a poeta le pidió al maestro que le escuchara dos sonetos de su autoría y que le diera su concepto. Comenzó su declamación del primer soneto y cuando aun no había terminado el maestro lo interrumpió diciéndole: “Me gusta más el otro”.

Cuentan que las últimas palabras de Carrasquilla al expirar fueron: “Antioquia, Antioquia, no saben lo que es Antioquia”, como despedida y colofón de la gran obra, una obra inmortal, dedicada a la exaltación de la antioqueñidad y de sus valores más perdurables.
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A propósito del sesquicentenario del nacimiento de don Tomás Carrasquilla, he estado releyendo sus fascinantes obras, y he comenzado este recorrido con la magistral “La marquesa de Yolombó”, tal vez la mejor novela que se ha escrito en Antioquia.

Esta obra inmensa narra la historia de doña Bárbara Caballero y Alzate, Marquesa de Yolombó, quien supuestamente vivió entre los siglos XVIII y XIX y fue gran empresaria aurífera del Nordeste Antioqueño.

Describe deliciosamente las costumbres antioqueñas de aquellos tiempos y hace mención, además, de importantes sucesos históricos, tanto de las vidas de los reyes europeos, como del desarrollo de la Independencia de Colombia.

Carrasquilla, magnífico en sus descripciones, muestra detalladamente el ambiente religioso, económico y social de la época; la vida de los nobles y los esclavos; critica a la sociedad enredadora y pacata, y hace una apología al trabajo manual inteligente con el cual los antioqueños, hijos de españoles, explotaron sus tierras y se enriquecieron, a la par que sembraban el progreso en las regiones.

Siempre genial, en su papel de narrador omnisciente ostenta su maestría y exquisitez en la utilización del idioma; mientras que en los diálogos, hace una viva réplica del lenguaje campesino (paleto) de los habitantes de Antioquia de la época, el cual varía según la condición del personaje, ya sea el español venido a América, el campesino antioqueño, el esclavo o el intelectual. Cuando Kurt Levy vino por primera vez a Colombia, para ahondar sus estudios sobre Carrasquilla, llegó primero a Barranquilla, y allí no encontró a nadie que hablara parecido a los personajes de don Tomás; siguió luego en travesía por varias poblaciones ribereñas del Magdalena, y tampoco encontró muestra alguna del estilo verbal en referencia, pero cuando ya estaba desolado, con deseos de devolverse a Canadá, pensando que había perdido el tiempo... llegó a Antioquia, y se maravilló al ver que aquí todavía guardamos el tesoro de las formas lingüísticas que don Tomás se propuso inmortalizar.

Para la escritura de la novela, don Tomás tuvo como fuente principal a su bisabuelo materno, don Martín Moreno Caballero, quien presenció los sucesos descritos en el relato. Con respecto a esto, escribió que:
“Dirá usted que de dónde y cuándo saqué yo tanta cosa y tantas vejeces. Le diré: alcancé a mi padre Martín, tanto, que yo tenía 11 años, cuando él cumplió 97. Yo vivía pegado a él como un perrito. Mi abuelo Naranjo, sin haber sido testigo presencial de esos episodios, vivió enterado en todo y por todo; era viejo inteligente, erudito y de mucha lectura... me encargó, eso sí, que ya que me había metido a novelista, novelara algo sobre Yolombó y su marquesa”.

El autor, cosa extraña en su tiempo, repudia el machismo característico de entonces, al narrar cómo una dama joven y noble, a pesar del escándalo social, se dedica al trabajo duro y logra convertirse en la mujer más rica de la región; aprende a leer, cosa inadmisible en una mujer virtuosa; y rompe con frecuencia los paradigmas impuestos. Carrasquilla es un espíritu liberal y muy irónico, pero muy respetuoso de Dios. Puede relatar del modo más simpático las cosas más trascendentales...

Para un antioqueño regionalista, esta sola lectura sería suficiente para justificar su orgullo paisa...

En 1928, Barba Jacob escribió sobre Carrasquilla: “Lo considero como la más brillante personalidad en nuestra novela y como uno de los más altos exponentes de este género literario en los pueblos latinos del Nuevo Mundo”. Palabras muy justas estas del mayor poeta de Antioquia, para el mayor de nuestros novelistas. Y, curiosamente, a pesar de que Barba residió casi toda su vida en el exterior, mantuvo buena amistad con don Tomás, con quien se dice que compartía costumbres sexuales, aunque el novelista no era desenfrenado como el poeta.

En este sesquicentenario debemos también exaltar al investigador Kurt Levy, quien fue el principal difusor de la obra de Carrasquilla en el mundo. Como Levy estaba tan enamorado de Antioquia, pidió que sus cenizas reposaran en esta tierra, y, cosa que casi nadie sabe, éstas se encuentran en un cajón del escritorio del benemérito doctor Jorge Rodríguez Arbeláez. Sea, pues, esta la ocasión para que el gobierno de Antioquia y la industria privada se unan para hacerle una tumba-monumento. Se lo cuento al oído, doctor Adolfo Arango, ya que usted se ha lucido, en su auto-impuesta tarea de promover el culto a la memoria y a la obra de su eminente tío.

El ex presidente Alberto Lleras, con toda razón, expresó: “¿Por qué Carrasquilla no tiene la admiración popular que debiera, por qué no se conoce su obra en todas partes, por qué no se destaca señera de nuestras letras, el náufrago asombroso del Siglo de Oro que cuenta los más admirables relatos de nuestra raza, en nuestra lengua, con nuestros sentimientos? En las Letras Españolas, son bien pocos los que lo alcanzan y no me atrevería a decir que algunos lo superen”.
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Tomás Carrasquilla no puede encasillarse en lo meramente regional
Revista CAMBIO, Enero 24, 2008. Págs 78 a 80
http://www.cambio.com.co/culturacambio/760/ARTICULO-WEB-NOTA_INTERIOR_CAMBIO-3930512.html
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La Biblioteca del Tercer Piso (Santo Domingo) consta de mil ejemplares.

Foto: Francisco Javier Agudelo http://www.cambio.com.co/culturacambio/760/IMAGEN/IMAGEN-3930749-2.jpg (Click sobre la imagen para ampliarla. Cilck en "Atrás" para regresar aquí)

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DE TOMÁS CARRASQUILLA (1858-1940) muchos saben muy poco. Tal vez en el colegio los obligaron a leer En la diestra de Dios Padre y de pronto La marquesa de Yolombó, y lo más seguro es que les hayan enseñado que el escritor antioqueño es el maestro del costumbrismo en Colombia, una clasificación que lo convierte en retratista de la pintoresca sociedad antioqueña pero que desconoce su carácter universal.


Por eso, porque Carrasquilla es mucho más que un escritor de costumbres, con motivo del Año Carrasquilla organizado por el Ministerio de Cultura y dedicado a honrar su memoria y a recuperar su legado, algunos se dedicaron a revisar su obra para mostrar facetas más complejas y universales, pues la etiqueta de costumbrista borró parte del aporte de uno de los más importantes escritores colombianos y del que Gabriel García Márquez ha dicho que le fue esencial.

Carrasquilla, un hombre culto al que no le eran ajenas las obras de Tolstoi, Niezsche o Cervantes, sabía de zarzuela y de ópera, de tango y los cantos de la Independencia, de los bundes negros y la guabina, y conocía los secretos las recetas de las abuelas. Escribió sobre las costumbres de su tierra con olfato, agudeza e ironía pero no sólo para describirlas sino para tomar distancia crítica frente a ellas.

En las tramas y los personajes de sus cuentos y novelas, lo mismo que en sus crónicas periodísticas y ensayos, hay una parte de la historia de Colombia, la del siglo XIX sacudido por las guerras civiles. Compuesta por más de 30 obras -novelas, cuentos, crónicas periodísticas, ensayos y perfiles- la obra del antioqueño es punto de referencia fundamental de la cultura colombiana. Por algo, colombianistas que viven en el exterior incluyen en sus cátedras el nombre de Carrasquilla como lectura obligada para entender a Colombia, e investigadores como Jorge Alberto Naranjo y Leticia Bernal han consagrado años de su vida a estudiar su obra.

El escenario

Santo Domingo, el pueblo que lo vio nacer y que describió como "frío, feo y faldudo" fue, como Macondo para García Márquez, el escenario de su universo literario. Un pueblo pegado al cielo, a 70 kilómetros de Medellín, al que aún hoy es difícil llegar por lo escarpado del terreno, y sobre el cual decía que "no se conocían otras máquinas que las de coser, los relojes y los molinos".

Allí vivió durante 40 años, allí comenzó a escribir y escribió obras como Simón, el mago y Frutos de mi tierra -su primera novela publicada en 1896- y desde allí su imaginación lo transportó a tiempos pasados y a geografías desconocidas, que describió con precisión gracias a sus lecturas: desde novelas, cuentos, revistas, periódicos y folletines, hasta novenas y misales.

Inició estudios en la Universidad de Antioquia pero se retiró por las guerras civiles y regresó a su pueblo donde trabajó como sastre, secretario del juzgado y juez municipal. Fue miembro de la Sociedad del Tercer Piso, un grupo de amigos lectores que fundó una selecta biblioteca en 1893, hoy patrimonio documental de la Nación.
A principios del siglo XX viajó a Medellín y luego, afectado por una quiebra del Banco Popular que lo dejó sin cinco, trabajó años en el dispensario de la mina de San Andrés, cerca de Argelia y Sonsón, pero nunca dejó de leer y escribir. En la diestra de Dios Padre, San Antoñito, El ánima sola y El Zarco, y artículos de crítica literaria como Las Homilías, que en su momento causaron polémica, son de esa época.
Entre 1914 y 1919 vivió en Bogotá, donde trabajó como funcionario del Ministerio de Obras Públicas y regresó a Medellín, donde escribió sus dos obras cumbre, La marquesa de Yolombó y la trilogía Hace tiempos, donde murió el 9 de diciembre de 1940, a los 82 años.

Visión nacional

Gran narrador de su época, Carrasquilla no puede encasillarse en lo meramente regional. Creador de caracteres, constructor de almas de todas las edades y géneros, usa en sus novelas formas del discurso como el chisme, el texto periodístico, el sermón y la parodia y sus relaciones con el poder, y por medio de ello refleja las luchas ideológicas, sociales y políticas de la época, entre liberales y conservadores. Sus preocupaciones eran nacionales y no sólo antioqueñas, como la controversia entre federalismo y centralismo, las estructuras políticas y sociales opuestas de la capital y la provincia o la relación religión-educación. Carrasquilla reprodujo con fidelidad "ese ambiente en el que religión y educación se fundían en una sola ideología cuyas fuentes eran El Catecismo del padre Astete, La Urbanidad de Carreño y las citolegias, las cartillas de aprendizaje basadas en la memorización con frases que generalmente se relacionaban con ser un buen cristiano", dice Bernal.
Su mundo de ficción preserva para la historia una época y muestra su visión crítica de las relaciones entre el centro y la periferia social y política. Una lectura renovada de sus obras permite una reconstrucción literaria de una parte de la historia colombiana. "En Colombia hay una historia difícil y violenta y la literatura que trata de reconstruirnos, la novela de la violencia de los años 50 y la del sicariato de los años 90, no logra construir personajes, ni belleza, ni mostrar el drama humano -asegura Bernal-. La buena literatura es la que logra plantear alguna de las preguntas sobre lo humano, y eso es lo que es y sigue siendo la obra de Carrasquilla".

Leer a Carrasquilla, entonces, puede ser un buen punto de partida para empezar a elaborar una respuesta del ser colombiano. Según Jorge Alberto Naranjo, otro gran estudioso del autor, a "Carrasquilla hay que merecérselo", por eso, si se llega al fondo de su obra será fácilmente visible para la literatura colombiana que Carrasquilla es como Dickens para la inglesa, Goethe para la alemana o Tolstoi para la rusa.
ESTUDIOSOS DEL AUTOR

- LETICIA BERNAL: Lleva cuatro años haciendo anotaciones sobre la obra de Carrasquilla. Tiene índices onomásticos de todos los personajes que menciona el autor, catálogo de las palabras que usa y de geografía real e imaginada, lo mismo que la descripción de hechos históricos.

- CARLOS ENRIQUE RESTREPO: Ex alcalde de Santo Domingo, lector de Carrasquilla y de Barba Jacob, durante su administración (2005-2007) abanderó la causa para darle a Carrasquilla la importancia que merece y lanzó el programa de vigías del patrimonio, recuperó el teatro para programar actividades culturales y compró la casa del escritor para construir una Casa-Museo.

- CLAUDIA ARROYAVE: Periodista que se dedicó a enseñar quién fue Carrasquilla y a formar a un grupo de adolescentes vigías del patrimonio en Santo Domingo. Hizo talleres, lecturas públicas, una revista y repartió volantes sobre su obra en los recibos de los servicios públicos.

- OLGA VERGARA: Bibliotecaria de Santo Domingo, conoce al dedillo los más de 1.000 ejemplares que reposan en la Biblioteca del Tercer Piso, fundada por Carrasquilla y amigos en el siglo XIX, en donde reposa el manuscrito original de Frutos de mi tierra.

- JUAN ESTEBAN LAVERDE: Habitante de Santo Domingo, admirador de Carrasquilla y uno de los 10 vigías del patrimonio que se han dedicado a dar a conocer la palabra del autor.

AGENDA AÑO CARRASQUILLA:

ABRIL: En la Feria Internacional del Libro de Bogotá habrá un pabellón dedicado a su vida y obra. Habrá una ponencia de Leticia Bernal sobre su obra.

MAYO: En la Feria del Libro de Cartagena: conferencia de Jorge Alberto Naranjo y video a cargo del artista Juan Fernando Ospina.

JULIO: En el Parque Biblioteca Tomás Carrasquilla de Medellín, se inaugura la exposición Carrasquilla vive.

SEPTIEMBRE: En la Fiesta del Libro de Medellín y del Pacífico: conferencias, exposición y ciclo de documentales sobre el autor.

OCTUBRE: Revista Estudios de Literatura de la Universidad de Antioquia, publicación de las conferencias sobre Tomás Carrasquilla.

NOVIEMBRE: En la Red de Bibliotecas Públicas de Medellín, cuentería sobre su obra.

DICIEMBRE: Funciones de En la diestra de Dios Padre a cargo del Teatro Libre de Bogotá, el Pequeño Teatro de Medellín y La Loca Compañía de Armenia.

17 OBRAS, entre novelas y cuentos en los que se destacan Frutos de mi tierra y La Marquesa de Yolombó y Dimitas Arias, En la diestra de Dios Padre o El padre casafús.

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Carrasquilla. Aclaraciones
EL ESPECTADOR, Cartas de lectores. Enero 26, 2008
http://www.elespectador.com/elespectador/Secciones/Detalles.aspx?idNoticia=20947&idSeccion=25

En el artículo sobre Tomas Carrasquilla (“A la diestra de Dios Padre”, El Espectador, semana del 13 al 19 de enero)* hay algunas imprecisiones.
1- Él no murió solo y abandonado. Vivía en la casa de su hermana Isabel, casada con Claudino Arango Jaramillo, de familia numerosa. Uno de sus hijos, Gabriel Arango Carrasquilla, fue la persona que le sirvió de amanuense de sus últimas novelas.
2- Él vivió en Medellín desde 1900. Aunque en algunas oportunidades estuvo en la mina de Argelia, de la familia Arango Jaramillo, donde él ejercía el oficio de contador.
3- A Tomás Carrasquilla le amputaron una pierna, y la familia le acondicionó una silla con dos ruedas de bicicleta que se volvió la entretención y juguete de sus familiares menores, que jugaban con ella, en la calle Bolivia.

Luis Álvaro Gallo M. Medellín.
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* http://www.elespectador.com/elespectador/Secciones/Detalles.aspx?idNoticia=20259&idSeccion=42
Apartes reproducidos en : NTC … 278 ( http://ntcblog.blogspot.com/2008_01_13_archive.html ) Numeral 2